El CD Utiel tuvo que bregar mucho en la matinal del domingo para traerse los tres puntos a casa, frente a un equipo fuerte, correoso y muy cómodo en los balones largos y juego aéreo. Los rojillos comenzaron con intensidad, metiendo a su rival en su campo y yendo a por el partido desde el minuto inicial, pero faltaba el último pase, la creación de verdadero peligro en el área rival. La primera vez que llegó el Alcácer por nuestra banda derecha se convirtió en gol. Corría el minuto 21, el Utiel lo había puesto todo y ya tenía una vez más el partido cuesta arriba y justo donde lo quería el rival, que se cerró atrás y lanzó aún dos peligrosos contragolpes en la primera parte. El Utiel buscó el empate con más corazón y rabia que fútbol, hasta la finalización del primer tiempo.

En la reanudación, los de Descalzo echaron el balón al suelo e impusieron su calidad. La entrada de Tomás en el 57’ mostró a las claras que el Utiel iba a por el partido. El ataque utielano se dinamizó enseguida y fruto de ello llegó el gol del empate en el minuto 60, obra de Víctor González, que conectó un potente chut a la escuadra izquierda del meta rival. No se conformaron los nuestros y siguieron creando peligro por ambas bandas y también por el interior, mostrando que el conjunto rojillo tiene recursos en ataque. En una jugada de Tomás en el minuto 80, el árbitro pitó un claro penalti sobre el delantero visitante, que transformó Alejandro Jiménez en el 1-2.

Los locales pelearon con balones largos buscando el empate, pero los contragolpes del CD Utiel pudieron haber puesto el 1-3 en el marcador en, al menos, dos ocasiones. No fue así y se sufrió en el descuento por un recital de faltas colgadas al área que el árbitro concedió con demasiada facilidad y que nuestros jugadores cometieron por un exceso de ansiedad.

En definitiva, encajamos demasiados goles, el juego es mejorable y el equipo ha de ir cuajándose, pero al conjunto utielano no se le puede discutir la entrega, el carácter y la lucha desde el primer momento hasta el pitido final. Esto ya lo ha demostrado en cada partido, donde ante cualquier adversidad el equipo pelea y da la cara y esa personalidad es esencial para conseguir el objetivo marcado y para transmitir a la afición la emoción que requiere el fútbol.